Al llegar junio, en los pueblos de Miranda empiezan a repicar los tambores quitiplás, culo e´puya y mina, instrumentos de origen africano que anuncian la llegada de San Juan Bautista, el santo que todo lo tiene y todo lo da, tal como dicen sus devotos.

El pueblo de Curiepe, en el municipio Brión, es uno de esos lugares mirandinos donde se honra al santo en la figura de un niño. Desde el 1° de junio a las 12:00 del mediodía, las familias devotas se reúnen en la esquina de la plaza Bolívar, cerca de la iglesia Nuestra Señora de Altagracia, para hacer el primer repique de tambor, acto de fe y devoción que celebra la llegada del mes del santo.

Las fiestas en esta localidad mirandina son una tradición con más de 300 años. La imagen del Bautista niño fue traída por la Iglesia católica durante la fundación de Curiepe en 1721, pero la celebración mágico religiosa vino con los africanos esclavizados, que vivían cautivos en tierras barloventeñas, quienes rendían culto a la figura de un infante tallada en madera, entre los 10 y 12 años de edad.

San Juan en las afueras de la iglesia Nuestra Señora de Altagracia, Curiepe, municipio Brión

San Juan Congo, el ombligo de Curiepe con África

Cuenta la tradición en Curiepe que San Juan Congo representaba a la figura de un príncipe en África, que fue prisionero junto a su hermano y falleció al ser trasladado como esclavo a las costas venezolanas.

Con el tiempo, el joven sobreviviente logró comprar su libertad y, al verse solo, talló la figura en honor a su hermano difunto, con cabellos de oro que inmortalizaban el rango monárquico de la imagen.

El cronista venezolano Adrián Monasterios asegura que San Juan Congo encabezó las celebraciones de los esclavizados en Curiepe desde finales del siglo XVII hasta principios del XX y, era a esa imagen, un niño con su sexo al descubierto, a quien le rendían culto con toques de tambores, cantos mágico religiosos, bailes y ofrendas, como lo hacían en África.

Por su parte, la cultora y fundadora de la escuela de costumbres ancestrales y afro barloventeñas La Muchachera de Curiepe, Luisa Madriz, aseguró que el San Juan Congo es el ombligo que une al pueblo de Curiepe con la madre África.

“Durante la creación del pueblo, el único de América Latina fundado por negros libres, nuestros africanos esclavizados veneraban al Congo, pero la Iglesia no podía aceptar que le rindieran culto a una figura que tuviera visible su sexo, por lo que impuso la imagen del Bautista niño, por eso la gente guardó su imagen; pero en un cimarroneo le empezaron a rendir homenaje a San Juan con repiques de tambores y cantos traídos de África”, explicó Madriz.

Agregó que, para la época, pasados los días de la eucaristía católica designada para San Juan Bautista, los esclavizados se reunían a escondidas para honrar a su santo. “Congo es curiepero, fue hecho en Curiepe, él es una deidad porque la santidad se la dio el pueblo, no la Iglesia”, reiteró.

En la actualidad, el pueblo celebra a San Juan Congo con un tambor más íntimo, realizado un sábado después de las fiestas de San Juan, en una capilla ubicada en la parte alta del pueblo.

Portadores de San Juan de Curiepe llevan al niño a recorrer el pueblo

La nochebuena de San Juan Bautista

El 23 de junio de cada año, la emoción se desborda en Curiepe. Mujeres, hombres y niños se reúnen a esperar las 12 campanas del mediodía que anuncian la nochebuena de San Juan. Los tambores repican en todo el pueblo hasta el amanecer.

“Esta fecha evoca a la época de la colonización, donde los españoles le otorgaban al pueblo esclavizado un día para celebrar la cosecha. Ellos, con diferentes ritmos y entonaciones, clamaban por poner fin a las torturas, el atropello del pueblo o agradecían por cada alimento y la vida”, explicó Luisa Madriz, quien también es ganadora del Premio Nacional de Cultura, mención Saberes Populares.

Al salir el sol, el 24 de junio, la imagen de San Juan Bautista es trasladada a la casa de su cuidador, le cambian la ropa con la cual parrandeó toda la noche y lo visten con colores claros, apropiados para la eucaristía.

“Le quitan el sombrero de paja y se le colocan las potencias, una especie de espigas doradas en la cabeza como el símbolo que le da la santidad ante la Iglesia”, manifestó Madriz.

El 24 de junio los tambores repican sin parar hasta el día siguiente

Transculturización eucarística

A las 10:00 de la mañana del 24, San Juan Bautista sale de su casa en una cadeneta de niños, mujeres y hombres, que oran y cantan al son del tambor. En la entrada de la iglesia Nuestra Señora de Altagracia, en el pueblo de Curiepe, lo esperan cientos de fieles. Este es el único día que la Iglesia permite que se toquen los instrumentos en la eucaristía.

“Las oraciones y cantos, como Padre Nuestro, Salve y Avemarías son acompañadas por los tambores. Esta misa es una mezcla de culturas, se convierte en una celebración afroancestral, cantos religiosos evocados desde las raíces de nuestros negros”, detalló Madriz.

San Juan Bautista tiene en su imagen unas letras hechas de harina de maíz blanco, elaboradas por la familia Alvarado, que son bendecidas y guardadas para aquellas personas que tienen enfermedades. Una tradición de más de 50 años.

Si San Juan lo tiene, San Juan lo da

Después de la misa, el santo sale a recorrer las calles. Este es el momento cumbre donde los devotos elevan sus oraciones al cielo, pues a esa hora no hay ningún tipo de sombras. Lo festejan con alabanzas, cantos, tambores, pañuelos rojos. Las personas arrojan al aire caramelos, monedas, semillas, dulces, pétalos de flores, piden y agradecen a su mejor manera.

La imagen es trasladada por Los Hijos de San Juan, un grupo de 30 muchachos jóvenes, quienes se organizaron para proteger al santo cuando recorre las calles.

Después es trasladado a una casa donde le realizan una velada o un velorio hasta el amanecer. Allí las personas acuden a entregarle frutas, cacao y flores para agradecer los favores concedidos.

Los pañuelos rojos son parte de esta tradición

El encierro de San Juan

Llegado el amanecer del día 25, el santo es llevado a su casa y reposa hasta las 2:00 de la tarde, cuando recorre el pueblo para despedirse de su gente hasta el año siguiente y a las 6:00 de la tarde, con el sonar de las 12 campanadas, entra nuevamente a la iglesia y se cierran las puertas, es decir encierran a San juan.

Para el curiepero, este es un momento de mucha nostalgia, pues las fiestas representan un momento de reencuentro entre familias, de amigos y personas que no saben si volverán a ver, por ello siempre piden vida y salud para festejar a su santo el próximo año.

La imagen de San Juan Bautista sólo sale a las calles esos tres días o cuando muere un cultor. En caso de un fallecimiento, el Bautista es sacado a las puertas de la iglesia, para esperar el féretro y despedir a quien dedicó su vida para honrarlo.

Misa con cantos en honor a San Juan

La Muchachera de Curiepe: ejemplo de transmisión de saberes

La escuela de transmisión y saberes afroancestrales La Muchachera de Curiepe nació hace 50 años bajo la iniciativa de Luisa Madriz y forma a los niños y niñas como cultores para que sigan el camino de la celebración a San Juan Bautista.

Actualmente está conformada por 150 niñas y niños, quienes aprenden mediante la tradición oral, como es la música, los toques, los cantos y bailes.

“La Muchachera de Curiepe aprende a ser distinta, a sentir orgullo por su afroancestralidad, aprende a respetar a sus mayores, amar esa tierra, conocer los espacios, sembrar las plantas y hacer los tambores”, aseguró Madriz.

San Juan Bautista para el mundo

El ciclo festivo alrededor de la veneración y culto de San Juan Bautista fue declarado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el 14 de diciembre de 2021 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Este certificado reivindica la cultura ancestral mirandina en toda su expresión, como las prácticas, rituales, música, danza y tradiciones religiosas que tienen sus raíces en África, indicó la secretaria de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Gobernación del estado Miranda, Mariam Martínez.

Las fiestas patronales en honor a San Juan Bautista se celebran en gran parte de la región mirandina, en los municipios Independencia, Guaicaipuro, Urdaneta, Paz Castillo, Simón Bolívar y Zamora.

También rinden culto a la imagen del Bautista en otros estados venezolanos, entre ellos: Aragua, Carabobo, Yaracuy, La Guaira y Distrito Capital.

Las festividades a San Juan Bautista en Venezuela representan un símbolo de resistencia, de lucha, de reconocimiento y libertad, evocando el cimarronaje de un pueblo que, en medio de la esclavitud, supo defender sus creencias, valores y su religión.

Prensa Gobernación de Miranda