Todas las cartas están sobre la mesa. Con estas palabras el enviado especial de EEUU para Venezuela, Elliot Abrams, dejó clara la intención de su Gobierno sobre Venezuela. Desde entonces se han incrementado acciones como cerco financiero, robo de activos y bienes de la Patria, amenazas de intervención militar, y acciones desestabilizadoras con la colaboración expresa de la derecha extrema local.

Son estrategias que ya han sido aplicadas en otras épocas y latitudes. Recordemos como en el Chile de Salvador Allende un plan de Washington sometió al pueblo a una escasez programada de alimentos y medicinas, misma que sirvió de base para el posterior golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y abrió paso a una cruenta dictadura. Así también, está el bloqueo que por décadas ha privado al pueblo cubano de comercializar libremente con otras naciones.

Estos métodos han tomado auge en los últimos años. Aunque en varias regiones del planeta persisten conflictos armados, producto de políticas imperialistas, la guerra no convencional ocupa cada vez mayores espacios en la geopolítica global. Si el Gobierno de EEUU pierde el control sobre los recursos naturales de una nación, influencia política, o simplemente no le gusta algo, apela a su catálogo de sanciones económicas y persecución financiera, que lejos de afectar a los gobiernos atacados, hace mella en la cotidianidad de las y los ciudadanos.

Decíamos en los días del reciente apagón ocasionado por el ciberataque al sistema eléctrico nacional que el daño que este tipo de maniobras ocasiona no discrimina políticamente, todas y todos padecemos las consecuencias y así quedó más que comprobado. Pero se comprobó además esos días que somos un pueblo que se crece ante las dificultades y vaya que lo hemos aprendido en estos años de acoso. Nos hemos fortalecido.

Es por ello que en Venezuela hemos avanzado bastante en materia de soberanía tecnológica, científica, alimentaria. Hay notorios alcances en el desarrollo de la productividad local, para hacernos cada vez menos dependientes de las importaciones, modelo económico que nos legó la mala dirección del boom petrolero del siglo XX.

En materia de medicinas, por ejemplo, con el Consejo Presidencial de Ciencia y Tecnología, surgido con inspiración en el Consejo Científico Tecnológico del estado Miranda, se trabaja en el desarrollo de moléculas para la elaboración de medicamentos que en su mayoría son de acceso restringido por ser “propiedad” de las transnacionales farmacéuticas.

La semana que recién culmina estuvimos junto al presidente Nicolás Maduro en el relanzamiento, desde los Valles del Tuy, del Motor Farmacéutico, iniciativa que entre otras cosas, prevé un plan de acceso de la industria local a divisas para importación de las materias primas; fijación de precios justos al producto final; un plan de subsidios para que todos puedan acceder a las medicinas y alianzas internacionales para la distribución de medicamentos con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y naciones aliadas.

En Miranda contamos con un importante parque industrial farmacéutico que tiene capacidad de satisfacer el 50% de la demanda nacional y ya estamos trabajando para llegar a la capacidad máxima productiva de estas empresas. Además de la producción de medicinas, el fortalecimiento de este sector industrial nos permitirá generación de empleos, motorización de la economía nacional y deslastrarnos de la importación.

Pero no solo estamos trabajando en esta arista, lo hacemos en la industria agroalimentaria, textil, química, plástico, entre otras. Estamos también incrementando considerablemente nuestra capacidad exportadora para así contar con fuentes de divisas no petroleras.

Nuestro pueblo no se amilana en los tiempos difíciles y así nos lo ha demostrado la historia. A cada derrota en la Guerra de Independencia surgía un ejército patriota más inspirado y fuerte; a cada arremetida imperial, nuestro pueblo responde en la calle con más y más energía. Así somos y esto nos deja claro que estamos decididos a hacer de esta Patria la casa próspera donde crecerán alegres nuestros hijos, donde nuestros abuelos estén bien protegidos. Lo estamos logrando.