Al leer el título de este artículo podría pensarse que éste tiene un problema de  redacción, porque para muchos debería ser “Moral para exportar”. Y eso se estaría refiriendo al destino que tendría la moral, que como una idea, sentimiento, voluntad o vivencia le estaría enviando Miranda, como comunidad regional, a otras comunidades dentro de nuestra nación o fuera de ella.

Pero en realidad el objetivo que persigue este escrito tiene que ver con la preposición “de”  que indica el comienzo de un proceso, el origen, el punto de inicio que en ésta, nuestra Miranda, se encuentra marcado por la voluntad, el deseo,  la  acción, la visión de dar lo mejor de cada uno de nosotros, y conduce  a construir una base sólida donde sustentar un futuro brillante que nos involucra a todos.

Es por esa manera de ser y hacer que esta semana mostramos con orgullo las cajas para exportar flores que cultivamos en nuestras tierras: calas rojas con pistilos blancos, calas blancas con pistilos rojos. Empaques especiales para garantizar que nuestro producto vegetal llegue perfecto. En ello se patentiza el esfuerzo de la iniciativa privada, de los agricultores, de los empresarios del campo; de los especialistas en comercio exterior; y de un Estado, de un gobierno consciente, que apoya el sueño que ya se va haciendo realidad.

Esa misma moral de exportación la tenemos en toda la cadena de canteras y mármoles que cada tanto parten ordenados, pulidos y hermosos a transitar, con sello mirandino, los mares para satisfacer necesidades en otras partes del mundo.

Y ahora se le están dando los últimos toques al “kit de construcción”, una forma de promover la autoconstrucción con la mayor parte de insumos gestados en nuestras tierras, por nuestros empresarios, ingenieros, artesanos, obreros, cuya tarea diaria ha ido consolidando la cadena productiva, que al final se ensamblará como evidencia del esfuerzo integral, colectivo.

Ante todo eso, vale preguntarse ¿cuál es nuestro mayor bien?, ¿serán las flores, los minerales, el talento, la creatividad? Ciertamente todo eso y mucho más forma parte de nuestro aporte como comunidad. Pero vamos más allá. Blaise Pascal, teólogo, filósofo, científico y escritor francés del siglo XVII, escribió: “Esforcémonos en obrar bien: he aquí el principio de la moral. La conciencia es el mejor libro de moral que tenemos. Y el que se debe consultar con frecuencia. La moral es la ciencia por excelencia: el arte de vivir bien y ser dichoso”.

Ese justamente es nuestro mayor bien, desde donde damos inicio al largo camino hacia la transformación social. Eso es lo que tenemos: una moral del bien común, del bienestar y de la calidad de vida que debe extenderse hasta cada uno de quienes habitamos este estado.

Es esa noción compartida lo que nos está consolidando como una comunidad por encima de las características socioeconómicas de cada uno de nosotros. Es esa moral del existir dichosos, felices, lo que nos mueve.

Es la cosecha de un amor por lo que somos y hacemos, con metas comunes que nos hermanan, lo que cada día se convierte más en nuestro principal producto de exportación. Es el esfuerzo que estamos haciendo todos para enfrentar como una sola voz y una misma mano, los albores de Miranda.

Es nuestra moral lo que nos va a permitir exportar productos de altísima calidad, una vez demostrado que tenemos madera para lograr cambios sociales irreversibles. Ejemplo y modelo de lo que sí es posible. Juntos estamos avanzando con pie firme, una misma visión, sueños iguales y una estrategia sólida que nos conduce hacia nuevos y mejores tiempos.