Nuestro pueblo es de tradición pacifista y así lo ha demostrado a lo largo de su historia. Con la excepción de las dos dictaduras del siglo XX y un período oscuro en el cual un grupo político traicionó las luchas populares tras llegar al poder, las diferencias políticas se han dirimido siempre por la vía del diálogo y del voto.

Hace pocos días el país fue testigo de un atentado con explosivos dirigido a quitarle la vida al presidente Nicolás Maduro y a altos representantes del Gobierno y de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Un hecho inédito.

No nos sorprende que las pruebas que han estado arrojando las investigaciones pertinentes señalen al mismo grupo opositor y a los mismos países que desde la llegada de la Revolución Bolivariana al poder han intentado derrocarla por la vía violenta, lo que demuestra su afán por las salidas rápidas y su arrogancia al no ser favorecidos por las bases populares.

No nos sorprende tampoco la actitud cómplice de las corporaciones mediáticas y los Gobiernos que descaradamente apoyan a la oposición al dudar y tratar de ridiculizar el magnicidio frustrado, a pesar de las pruebas contundentes, pesentadas en muchos casos por periodistas vinculados a la derecha y de confesiones de actores como el diputado Juan Requesens.

Recordemos que contra el comandante Hugo Chávez hubo varios complots para asesinarle que fueron detenidos a tiempo gracias a labores de inteligencia. Entre estos podemos recordar el de julio de 1999 en Puerto Ordaz, apenas unos meses después de asumir el poder;  el golpe de estado de 2002, que tenía entre sus aristas su muerte; un intento por derribar el avión presidencial ese mismo año; los paramilitares capturados en la finca Daktari de El Hatillo en 2004; un plan en 2006 con la participación de la policía secreta de Colombia; un frustrado bombardeo al Palacio de Miraflores en 2008 perpetrado por oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana; o la operación con los terroristas Luis Posada Carriles y Francisco Chávez Abarca en 2010.

Quienes están detrás de estos hechos son los mismos que asesinaron al mariscal Sucre en 1830, justamente cuando los antibolivarianos ejecutaban la disolución de la Gran Colombia, y los mismos que habían intentado antes asesinar a Bolívar en múltiples ocasiones, en una de ellas valientemente salvado por su gran amor Manuela Saenz.

Ellos son los mismos de las guarimbas que arrebataron vidas y destrozaron buena parte de nuestras ciudades, bienes públicos y comercios. Su objetivo es claro: impedir el avance de la unidad grandeamericana e impedir que los menos favorecidos históricamente tengan acceso a una vida digna, pues creen que la justicia social les quita sus privilegios.

Lamentablemente hay un sector de la oposición que –por las desmedidas ansias de poder y su actitud entreguista- se deja seducir por el golpismo y se mantiene en una conspiración permanente contraviniendo el fundamento electoral de la lucha política. Decimos con el presidente Maduro: No han podido, ni podrán.

A nuestros adversarios políticos le decimos que la dinámica democrática no admite salidas violentas, por el contrario, debe prevalevcer el diálogo, la concertación y el juego limpio, en respeto a institucionalidad y los ciudadanos y ciudadanas que respaldan con sus votos la alternativa política que consideran más idónea para conducir el destino del país.

A nuestro querido pueblo venezolano le ratificamos nuestro compromiso de trabajar una Venezuela próspera donde quepamos todos y donde el esfuerzo conjunto ayude a superar los problemas económicos que actualmente padecemos. Sigamos venciendo.