Como todos los años,  nueve semanas después del jueves santo, las 11 Cofradías de los Diablos Danzantes del Corpus Christi de Venezuela, se visten de rojo, portando enormes máscaras de dos, tres y hasta cuatro cachos, para danzar en nombre del Santísimo Sacramento como señal de rendición del mal ante el bien. 

La secretaria de Patrimonio Cultural Inmaterial del estado Miranda, Mariam Martinez, recordó que esta tradición data del año 1749, época de fuerte sequía en el país, donde las comunidades indígenas, africanas y mestizas, ofrecieron danzar ante el Cuerpo de Cristo como acto de entrega a cambio de que lloviera en las siembras. 

“Hoy 273 años después, las comunidades venezolanas continúan realizando este acto mágico – religioso para elevar peticiones, oraciones y agradecimiento, un maravilloso acto de fe que realza la creencia de nuestro pueblo venezolano”, manifestó .  

El baile e indumentarias

Los diablos danzan de frente al Santísimo Sacramento como señal de respeto y rendición, por lo tanto, dan la espalda a los cientos de devotos que acompañan su recorrido. Salen a las calles vestidos con camisa, pantalón, medias y alpargatas rojas, portando una maraca en la mano derecha y un mandador en la izquierda, por si los malos espíritus desean colarse. 

En sus cuellos cuelgan rosarios y collares en símbolo de protección de cada promesero y devoto. En su pecho también llevan puesto una cruz de palma bendita. En su cabeza se posan extravagantes máscaras, de diseños y colores múltiples, que caen  al piso mientras están frente a la imagen del Cuerpo de Cristo. 

El baile es realizado al son de un sólo tambor de caja y tiene cuatro pasos simbólicos: el corrido que se realiza en señal de cruz, el escobillado donde los danzantes saltan y cruzan los pies hacia atrás, el reposo cuando se arrodillan en señal de respeto o rendición y la bamba considerado por los Diablos Danzantes como unos de los más sagrados, porque allí elevan sus peticiones al Santísimo Sacramento. 

Jerarquías definidas por cuernos

Los integrantes se dividen en jerarquías, las cuales se identifican por la cantidad de cachos que posea su máscara. El diablo raso usa una careta de dos cachos, el asistente de arreador lleva tres cuernos, aunque el del medio es más pequeño. Arreadores o capataces poseen un antifaz de tres o cuatro cachos grandes, depende del grado que posean en la cofradía. 

Las mujeres juegan un papel importante en la danza, ellas aunque no bailan junto a los hombres por la fuerza y el empuje que requiere la danza, cuidan de que los promeseros no se desvíen del camino. 

Para el presidente de la Cofradía de los Diablos Danzantes de Yare, Manuel Zurita, ser promesero del Corpus Christi es un orgullo y una tradición familiar que engloba creencias, amor, fe y devoción.  

“Desde 1980 soy promesero al Santísimo Sacramento y ya tengo 42 años pagando esta promesa, mis abuelos, padres y tíos nos dejaron ese legado que es parte de nuestra idiosincrasia y yo hoy en día soy el cuarto arreador de la danza”, detalló. 

Transmisión de Saberes

La población de Yare, en el estado Miranda es conocida a nivel mundial por su cultura danzante. Son considerados como la cofradía que  más devoción y rendición al Santísimo Sacramento, así lo destacó el presidente de la Red de Patrimonio Cultural de Miranda, José Ángel Ramírez. 

“Esta es una fiesta que valora la fe y la creencia en su máxima expresión de la cristiandad que es el Santísimo Sacramento del Altar que desde hace casi 300 años en Venezuela se celebra. En Yare lo hacen los diablos buenos y trascienden más allá de lo religioso a lo cultural porque es una promesa, una devoción lo que inspira a que se mantenga en tiempo y espacio”, ratificó. 

La tradición de los Diablos Danzantes de Yare ha pasado de generación en generación.

El 6 de diciembre del año 2012, los Diablos danzantes de Corpus Christi fueron declarados  Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de la Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y la Cultura (Unesco). 

Actualmente, los saberes transmitidos marcan la vanguardia de la preservación de los conocimientos,  normas y secretos ancestrales llevados de generación en generación. Alegría, solidaridad, trabajo colectivo, disciplina, identidad, ética y el desarrollo humano integral como vía de una fe son valores que trascienden de esta festividad venezolana. 

Prensa Gobernación de Miranda