Las tradiciones religiosas de los pueblos han servido para consolidar su identidad a través de los siglos, el pueblo de Petare no escapa de esta premisa.

Desde su fundación en 1621, esta parroquia bautizada como pueblo de Doctrina del Dulce Nombre de Jesús de Petare, comienza todo un proceso de intercambio cultural en el que los primeros franciscanos iniciaron el proceso de avangelización y a través de esto, fueron inculcando en sus pobladores celebraciones y festividades que se fueron transmitiendo de generación en generación.

Una de estas devociones es el Cristo de la Salud de Petare, tradición en la localidad desde el año  1868, cuando el pueblo dirigido por el maestro Celestino Lira y el padre Orta, sacaron en procesión la imagen del Santo Cristo.

Desde mediados del siglo XIX, los petareños rinden culto de una manera emotiva y especial a Jesús Crucificado, dando gracias pues según la tradición, en el mes de septiembre ocurrió el primer milagro.

Los devotos de este Santo afirman que en varias oportunidades el Cristo ha salido en rogativa y la plegaria ha sido escuchada, y es que desde 1868, año de su primer milagro, son muchos los creyentes que le han rendido culto.

Se dice que el primer petareño en hacerse cargo de esta tradición fue el maestro Lira, quien fue testigo de la rogativa. Él custodió las potencias de plata, su toalla y otros objetos hasta su muerte, dejando esta tarea a su hijo Jermán Lira, quien también se desempeñaba como maestro de capilla. Cuando éste se sintió enfermo, entregó esta responsabilidad a la familia Avellaneda. Desde hace medio siglo el doctor José Armando Avellaneda cumple con esta loable tarea.

En la actualidad existen dos grupos que honran al Cristo de la Salud: uno se dedica a custodiar y promover la devoción, el otro grupo se encarga de la caridad como es el caso de la señora Alejandrina de González, mejor conocida como La Nena, quien en compañía de 15 miembros más realizan una labor humanitaria, semana a semana, en el Hospital Pérez de León y en el Materno Infantil de Petare donde llevan insumos para la asistencia médica a aquellos que más lo necesitan, así como la comunión y la extremaunción a los que la requieran.

Aun cuando los petareños no pertenezcan a ninguna organización religiosa o social, en su mayoría son fieles devotos del Cristo. Así que cada año el Cristo iluminado recorre las calles del pueblo para escuhar y atender los ruegos de los que con fe le rezan. (Prensa Gobernación/Secretaría de Cultura)