Cuando se habla de Barlovento, la tierra ardiente y del tambor, lo primero que se le viene a la mente a las personas sobre este vasto territorio mirandino son sus playas paradisiacas, su exótico y exquisito sabor y aroma a cacao, a las coloridas festividades religiosas y culturales, o simplemente por su cálida, alegre y muy amable gente. Pero en materia gastronómica, ¿qué se puede hablar de ella?

En la muy pintoresca Curiepe, ubicada a unos 125 kilómetros de Caracas, existe un plato típico de esta región barloventeña caracterizado por tener un sabor dulce que se conjuga con un toque salado a queso, comida que deja una sensación única e indescriptible en los paladares de quien lo pruebe, su nombre: La cafunga.

Este plato elaborado a base de cambur maduro, coco rallado, harina de trigo, sal y hojas de plátano, data de la época colonial, cuando los esclavizados que laboraban en los campos cacaoteros barloventeños, preparaban esta comida para alimentarse y subsistir ante los malos tratos que recibían de parte de sus amos, dueños de los conucos.

Con el paso de los años, esta comida pasa por muchas generaciones africanas, para luego convertirse en uno de los platos típicos, ícono de esta región barloventeña.

La forma y textura de la Cafunga es como un biscocho alargado, dorado y tostado por fuera, mientras que por dentro es suave y blanco.

“Antes la cafunga se le llamaba ‘barriga de viejo’ porque su forma es arrugada. Después, con el paso de los años, pasa a su actual nombre. En otros sectores de Barlovento también se hace la cafunga. Pero, por ejemplo, en Caucagua, y a diferencia de nosotros, allá la fríen. Los bollos que preparan las echan en aceite vegetal en una sartén bien caliente y la sacan cuando queda tostado. Nosotros, acá en Curiepe, todo lo hacemos al horno. En mi opinión, la cafunga queda mucho más sabrosa horneada que frita, porque la hoja de plátano le da un sabor muy especial, tal cual como ocurre cuando uno prepara las hallacas”, relata Porfiria Matas, una señora curiepeña nacida hace 80 años en esa parroquia ubicada en el municipio Brión, especialista en la elaboración de este típico manjar.

Porfiria cuenta que cuando prepara las cafungas en su casa, todas las que elabora son para complacer los antojos de sus seis hijos y una buena cantidad de nietos y bisnietos que viven cerca de ella.

“Cuando les menciono que les voy hacer las cafungas en la tarde, para que merienden, todos ellos se vuelven ‘locos de alegría’. Ellos me dicen que las mejores cafungas las hago yo, por su sabor y textura. También las hago para llevarlas y compartir cuando voy a Los Teques, porque soy miembro de la Asociación de Jubilados de la Gobernación de Miranda. Yo trabajé como obrera de Educación durante 21 años y ahora tengo 22 años de jubilada. A ellos, cuando las prueban también las disfrutan mucho”.

El secreto de la cafunga

Ubicado en pleno corazón de Curiepe, se encuentra la casa de la señora Porfiria. Desde un gran y muy fresco patio, poblado de numerosas matas de mango, riñón, aguacate, limón y cacao, esta abuela barloventeña prepara la cafunga con mucho amor y pasión para deleitar con su exquisito sabor y textura a sus hijos, nietos, bisnietos e incluso a vecinos y trabajadores de la Gobernación en Los Teques. Con su delantal y con un paño que cubre su frondoso y rizado cabello canoso, Porfiria realiza esta receta que cataloga como autóctono de Curiepe.

Sobre la mesa se encuentra un kilo de harina trigo, coco rallado, cambur maduro, sal y hojas de plátano, ingredientes indispensables para la elaboración de este dulce y salado manjar.

«El plátano, entre más maduro esté será mucho mejor, porque hará que la cafunga sea mucho más dulce, ese es el principal secreto. Es importante mencionar que este plato no necesita de azúcar, porque el cambur se encargará de endulzarlo. Si se hace con el cambur titiano, el cambur pequeño, quedará con un mejor sabor que el manzano. Otro secreto es que la masa no debe quedar ni muy blanda ni muy dura y que las hojas de plátano deben estar frescas; entre más frescas se encuentren éstas, su sabor será mucho mejor y distinto», explica.

Porfiria Matas, especialista en la elaboración de la Cafunga.

Ya, al frente de la mesa donde se encuentran los ingredientes, Porfiria inicia su preparación espaturrando primeramente el cambur con un tenedor hasta formarlo puré. Luego de obtener la pasta de la fruta, le agrega el coco rallado, un punto de sal y por último la harina de trigo. “Este plato, antes se hacía con maíz pilado, pero desde hace varios años se prepara con harina de trigo y queda muy bien”.

Posteriormente amasa en una gran vasija hasta que logra una masa consistente. Seguidamente, toma pequeñas porciones de dicha masa para darle forma de pequeños bollos que serán envueltos en pequeñas hojas de plátano. Una vez realizado todo el proceso, mete las cafungas en el horno por un tiempo de 15 minutos.

El producto final es una especie de bizcocho dorado y tostado por fuera, mientras que en su interior es suave, con un sabor dulce y salado que encantará a quien las coma. La misma se puede comer con queso y mermelada de cualquier tipo de fruta en el desayuno, merienda o cena.

“Invito a todas las personas, amantes de la buena comida, para que realicen este plato típico de nuestras tierras afrodecendientes. Es muy práctico, sencillo y rápido de hacer; seguro que les encantará”, agrega con una gran sonrisa doña Porfiria frente a una bandeja repleta de deliciosas cafungas que fueron elaboradas con mucho amor.

Prensa Gobernación de Miranda