Cerrar el año y abrir uno nuevo es más que un mero ritual. En este momento, el planeta tierra está en su punto más distante del sol. Girando sobre su propio eje retoma el camino en elipsis que nos llevará a un nuevo viaje, a un recorrido de 365 amaneceres y anocheceres, donde tendremos cambios, grandes emociones y continuaremos nuestros proceso de transformación como personas y como sociedad.

Solía decir el estadounidense Benjamín Franklin que “En año nuevo lucha contra tus vicios, resuelve las disputas con tus vecinos, e intenta siempre convertirte en mejor persona”.

Es un pensamiento que nos permite avanzar en una pequeña reflexión a las puertas del 2019: Nosotros como país, como nación conformada por mujeres y hombres, niños y adultos, soñadores o no, tenemos retos que requieren urgente solución. Entre ellos nos retan la corrupción, el abuso.

Recientemente el propio presidente Nicolás Maduro nos dijo en una arenga pública que es necesaria “una gran revolución educativa, moral (y) espiritual«, para combatir a fondo las deformaciones generadas por una falta de conciencia y voluntad de servicio.

Esa lucha contra los vicios también implica a quienes no son servidores públicos: exige que debemos dejar atrás la costumbre de utilizar trochas ilegales para conseguir cualquier prebenda.  Hay senderos legales, sólo esos debemos seguir, lejos de las coimas y las comisiones, de la “ayudita” o  la “mojadita de mano”. Para que exista un corrupto hace falta un corruptor, y una de nuestras decisiones de año nuevo debe ser relegar las malas mañas.

El egoísmo es un vicio. El querer ganar por ser un intermediario y no agregarle nada a un producto terminado es un vicio. El especular con los bienes de primera necesidad (alimentos ropa, calzado, medicinas y servicios) es un vicio que debe ser erradicado, si queremos construir una patria y un estado Miranda  inclusivo, de justicia y equidad.

Igualmente, siguiendo el pensamiento inicial, debemos resolver las disputas y conciliar los distintos pensamientos. En la medida en que nos propongamos una visión común, de inclusión, de esfuerzo conjunto, de sueños compartidos, podremos tender puentes, conciliar posiciones y trabajar juntos por el bien común. Sólo hace falta rechazar el egoísmo y enlazar nuestras manos. Simplemente resolvamos nuestras disputas.

Finalmente, ante los retos que se nos presentan en este 2019, es tiempo de consolidar la esperanza. Una esperanza que conlleva aprender a ser humildes,  ayudar a los otros, a cambiar para mejor.

También necesitamos ser más luminosos, actuar con transparencia, sin espacios estancos, sin cajas negras, con la honestidad como el mayor de todos los valores. Así debemos formar a nuestros niños, hablándoles claro, sin mentiras, dándoles la oportunidad de ser partícipes en las tomas de decisiones y otorgándoles cuotas de responsabilidad. Quien crece siendo responsable, difícilmente  se desviará por los caminos del vicio.

Dijo el presidente chileno Salvador Allende, con la claridad de que lo que se venía era fuerte, en vísperas de un nuevo año, sería muy grato decirles que todo será fácil, desgraciadamente, no es así. Nosotros asumimos su visión y le agregamos que a diferencia de su momento histórico, los venezolanos de hoy estamos más claros de que ante las dificultades debemos crecernos, unirnos y como un solo ser avanzar hacia un 2019 de consolidación de nuestro compromiso colectivo por la Patria brillante, feliz, libre y humanista.