“Todo hombre (y mujer) tiene el derecho a decidir su propio destino” cantaba el caribeño Bob Marley. Y para hacerlo requieren dos cosas: información y voluntad consciente.

En el capítulo 4 de nuestro texto constitucional, se explican nuestros derechos políticos. Allí en el artículo 62  se nos habla de la participación en los asuntos públicos. Y se insiste en que “la participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo, tanto individual como colectivo”. Luego agrega que es una obligación del Estado y un deber de la sociedad toda facilitar la generación de las condiciones más favorables para poder ejercer este derecho.

Eso nos obliga a todos a trabajar por una gestión absolutamente transparente, honesta, con un flujo permanente de información de cada inversión, de quiénes están involucrados en la ejecución de las obras y rendir cuentas a la comunidad organizada cada vez que nos sea solicitada.

Ahora bien, no es suficiente tener la información exacta, es necesario un segundo ingrediente para lograr el funcionamiento perfecto de la sociedad: la voluntad consciente.

Este ya no es un derecho, es un deber social. Si queremos que no haya corrupción, ni malversación de fondos (esto es, la administración descuidada del dinero público), ni abuso del poder, entonces todos, absolutamente todos, debemos involucrarnos.

Este compromiso de todos y todas establece una diferencia con la llamada cuarta república. En aquella época el poder popular se basaba en el voto como un instrumento para nombrar un representante. Es decir “alguien que asumiera la toma de decisiones por nosotros”. Ahora la cosa es diferente: nosotros votamos para seleccionar a una o más personas que gobiernen obedeciendo la voluntad del pueblo.

Por eso todos somos parte del gobierno nacional, regional y local. Y para que eso sea efectivo debemos expresarnos, votar y  participar en cada toma de decisión, está en juego nuestra calidad de vida, la de nuestros vecinos y familia. Juntos podemos construir un mejor futuro, juntos podemos decidir que sea una realidad.