Era el año 1784, y Venezuela era un territorio colonizado por España. Desde esa fecha, en las tierras de la que hoy es conocida como el estado Miranda, ya se producía café, uno de los principales productos de exportación hacia el continente europeo, bebida que deleitaba los paladares de los habitantes del Viejo Continente.
El aroma y agradable sabor de ese líquido marrón oscuro o claro, caliente, tibio o incluso frío, que se sirve según los gustos de cada quien, para venezolanos y ciudadanos que viven dentro o fuera de nuestras fronteras, ha dejado una huella imborrable desde hace más 240 años, y queda como constancia a través de la Indicación Geográfica Protegida (IGP), signo distintivo que le da valor agregado al café mirandino en el mercado internacional.
Y es que en 2024, el ex gobernador de Miranda, Héctor Rodríguez, acompañado por el secretario de Agroalimentación de la entidad, Miguel Marín, junto a productores de café mirandino formalizaron, ante el Servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual (SAPI), órgano adscrito al Ministerio del Poder Popular de Comercio Nacional, la solicitud del IGP para el café orgánico, mediante la entrega del pliego de condiciones, con el objetivo de darle un signo distintivo a dicho rubro, el cual le da un valor agregado, tanto en los mercados nacionales como internacionales.

Pero, ¿qué es la Indicación Geográfica Protegida? El secretario de Agroalimentación del estado Miranda, Miguel Marín, explica que el IGP es una certificación a la calidad a los atributos sensoriales físico-químicos del café, el cual está anclado a un territorio determinado.
“Cuando una persona ve en la caja, en el paquete, en el saco o en cualquier otra presentación, ese sello de calidad, primero está viendo un sello de calidad garantizado para su consumo y, segundo, ese sello te lleva directamente a la unidad de producción, a la familia, al productor y a su manejo agroeconómico que se le da al producto. El IGP identifica, da rostro y vida a ese café, que tiene una familia, un colectivo, un territorio y una historia; eso es el IGP, documento que es reconocido a nivel mundial”, explicó.
Marín relata que el proceso para la obtención del IGP comenzó en 2024, con la creación de expedientes que debieron cumplir una serie de criterios técnicos, científicos y organizativos, para luego consignarlo al SAPI.

“En el SAPI se hicieron todas las revisiones, como ente rector a nivel nacional, y, hace tres meses, nos dieron la buena noticia de estar certificados con la Indicación Geográfica Protegida para el Café de Miranda. Hoy son 12 caficultores mirandinos lo que están recibiendo su certificación del IGP. Venezuela, al estar entre los convenios internacionales comerciales, tenemos al IGP como certificación de origen reconocida desde nuestro país para el mundo, en torno a un producto de calidad especifico”, señaló.
Detalla que Miranda posee siete microrregiones, o ejes cafetaleros, estos son: Plaza-Zamora, El Hatillo, Baruta, Guaicaipuro, y municipio Sucre, las cuales están identificadas dentro de una subregión o eje cafetalero, con características específicas, según las evaluaciones sensoriales, químico-físicas realizadas.
“Todo este proceso ha sido sostenido y nos ha mantenido activos, trabajando desde hace más de siete años. Lo que buscamos, en primera instancia, es fomentar la producción de café de Miranda y recuperar la cultura cafetalera, la cual se remonta desde 1784. Estos expedientes nos han permitido recoger información, y que nos lleva a 240 años de hitos, de momentos históricos, lo que nos deja demostrado que, en Miranda, la caficultura es muy importante para la actividad económica, social y cultural”, dice.
Uno de los 12 caficultores mirandinos que recibió su certificación del IGP, fue Eduardo Ariztigueta. Este productor propietario de la finca Las Planadas, ubicada en el municipio Zamora, y ganador del Encuentro Internacional de Cafés de Especialidad Venezolano (Eicev) 2022, expone las maravillas del mundo de este rubro en Miranda. Además, expresa la importancia del IGP obtenido, porque le permite fortalecer y confirmar su café como un producto auténtico y garante de excelente calidad.
El representante de la marca Ávila Blu, confiesa que solo tiene cinco años como cafetalero, el cual le ha marcado en su vida para bien.
“La finca tiene una extensión de 720 hectáreas, de las cuales 14 hectáreas son de café sembradas. La experiencia mía en el mundo del café ha sido especial. Yo no sabía nada del mundo de la agricultura, porque mi carrera es administración y finanzas. Sin embargo, me compré la finca hace cinco años y empecé un proceso de aprendizaje y dentro de ese proceso de aprendizaje tuvimos la dicha de ganar la primera competencia de la Eicev de la taza de la excelencia que se hizo en Venezuela en 2022. De ahí en adelante ha sido un viaje fantástico en el mundo de la caficultura en Venezuela. Todo comenzó desde la pandemia. Me quedé solo en el país y me compré la finca que da hacia el frente de El Ávila. Es una finca que data de 1868”, explica.
Cataloga con orgullo a su finca como un “viñedo en la selva”, al considerar que la producción de su café está sumida bajo la sombra, en un bosque de montaña y que es totalmente orgánica, y que, con el IGP obtenido, le da un valor agregado, el cual garantiza su calidad.
“Para mi finca el IGP es muy importante, porque existe una data que se produce café desde el año 1870, y eso le da un valor agregado que garantiza el origen del café, es decir, se sabe de manera oficial dónde viene”, expresa.
Otro caficultor mirandino, Luís Paredes, productor de la parroquia San Pedro del municipio Guaicaipuro, manifiesta su orgullo tras recibir el IGP, al detallar que fue un gran esfuerzo técnico y científico el realizado para lograr dicho hito para su finca llamada Huerto El Edén.
“Mi finca tiene una extensión de dos hectáreas y media, la cual cuenta con 12 mil plantas de café, con el propósito de trabajar con un proceso de producción especial. La Identificación Geográfica Protegida nos da una base a nuestra identidad geográfica. De esa manera, las personas que consuman esta clase de café, ya saben cuál es su origen, de dónde viene, y a los productores nos da fuerza para seguir dando lo mejor de nosotros. Nuestro objetivo es que el venezolano o ciudadano del mundo se tome y disfrute una buena taza de café”, dice.
Este productor de café, que se inició en este mundo de la caficultura en 2017, previamente se dedicaba a la producción de flores, tiene como meta para este año llegar a los mercados europeos, específicamente a Italia y Bélgica, para dejar en alto la identidad cafetalera de Miranda y de Venezuela.
“En 2020, mi café fue para Italia, y en 2021 llegó a Bélgica. Para este año, estamos haciendo alianzas para que un lote de nuestro café vaya nuevamente para esos países. La otra parte queda para la comunidad y el resto para Caracas”, relata.
Prensa Gobernación de Miranda